Un grupo de los supervivientes, no del “virus” (en esta lucha todavía estamos como grupo de riesgo extremo), sino de la vida misma: luchadores natos contra las enfermedades crónicas y la discapacidad, acabamos de dar el primer paso en la Celebración de la Pascua.
En Frater y en el Maset ya estamos acostumbrados a muchas de las consecuencias de esta pandemia que son nuevas para muchos en esta sociedad: la amenaza de muerte, el dolor por los amigos que se van, el confinamiento que nos impone la falta de movilidad, el miedo a ser los últimos si faltan medios en los hospitales… en fin pocas novedades en nuestra carrera de cada día por seguir aquí ¡vivos! y con dignidad.
La celebración pone sobre la mesa las dos caras de la misma moneda: Jesús aclamado como libertador y (el mismo Jesús) torturado y asesinado en la Cruz, por su atrevimiento a cuestionar una sociedad que desprecia a las personas y por oponerse a la injusticia (sin violencia), sirviendo a los más humildes y excluidos. Y Pilatos se lavó las manos.
A nosotros, el Domingo de Ramos, nos fortalece y empodera, convencidos de que el final, sea cual sea cuando haya pasado la pandemia y ocurra lo que ocurra en nuestra biología particular, en el horizonte estará siempre la victoria del amor sobre el odio y de la vida sobre la muerte.
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