Y que pasa ¿cuándo la casa es una residencia y más concretamente cuando esa residencia es nuestro Maset de Frater?
La cabeza no para de dar vueltas. Si ya necesitamos de las personas que trabajan para poder atender nuestras necesidades en situaciones normales, ¿qué podría pasar si el bichito ese apareciera en nuestra casa? Nadie tiene la fórmula magistral de parar esto. Las noticias nos alarman al máximo, no se si para ayudarnos a extremar el cuidado o por lavarse las manos y… quitarse de encima la responsabilidad. Hace años que vemos cómo la superficialidad se ha adueñado de todas nuestras instituciones y de nuestras relaciones.
Hemos pasado crisis importantes desde que empezamos nuestra aventura y hemos estado unidos. Por eso desde el cariño que tengo por este Maset nuestro, aunque ahora ya no desde la responsabilidad directa, lo sigo apoyando cada día incluso estos días en los que físicamente no puedo estar ahí y sigo creyendo en el espíritu que desde siempre nos ha acompañado y animado. Nuestra confianza en Jesús de Nazaret quien nos ha impulsado siempre a confiar y sacar lo mejor de cada uno de nosotros y de lo que somos capaces de hacer frente ante las dificultades.
A las personas usuarias les pediría colaboración, comprensión y agradecimiento.
A los trabajadores y trabajadoras del Maset, cuando oímos las recomendaciones del gobierno para quedarse en casa y muchas empresas han cerrado, no podemos dejar de valorar la responsabilidad que tenéis para no quedaros en casa. Vuestra presencia es esencial. Los y las residentes os necesitan igual que cada día. Esta es la grandeza de trabajar para los demás y lo que hace de vuestro trabajo la realidad de la humanización de la verdadera asistencia a los más frágiles de la sociedad. Cada uno con vuestra sensibilidad y personalidad pero apoyando para salir adelante y con esperanza.
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